27/10/07

Misoginia



Encuentro este fragmento en una novela argentina escrita en 1885. Se trata de un texto que se inscribe en la corriente del Naturalismo literario y que tiene como argumento la trágica historia de un joven estanciero enfermo de neurastenia y hastiado de la vida y los placeres. Después de dejar embarazada a una adolescente que trabaja en su finca, se hace cargo de la recién nacida tras la muerte en el parto de la joven madre. El padre sufre al imaginar cuál será la vida futura de su hija por haber nacido, precisamente, marcada con un sexo al que él considera... En fin, mejor leer el fragmento. Despierta incredulidad y repugnancia por partes iguales.

"¿ (...) por qué hacerla igual al hombre, por qué atribuirle derechos que no era apta a ejercitar, por qué imponerle obligaciones cuya carga la agobiaban?

La limitación estrecha de sus facultades, los escasos alcances de sus inteligencia incapaz de penetrar en el dominio profundo de la ciencia, rebelde a las concepciones sublimes de las artes, la pobreza de su ser moral, refractario a todas las altas nociones de justicia y de deber, el aspecto mismo de su cuerpo, su falta de nervio y de vigor, la molicie de sus formas, la delicadeza de su líneas, la suavidad de su piel, la morbidez de su carne, ¿no revelaban claramente su destino, la misión que la naturaleza le había dado, no estaban diciendo a gritos que era un ser consagrado al amor esencialmente, casi un simple instrumento de placer, creado en vista de la propagación sucesiva y creciente de la especie?

¡Ah!, cuánto más sensatos y más sabios eran los pueblo del Oriente, cuánto mejor, más llevadera la suerte de la mujer bajo esas leyes, traducción fiel de las leyes naturales!

Libres de la carga de su propia libertad, sometidas al hombre ciegamente, dedicadas sólo a la crianza de sus hijos, a las tareas familiares del hogar, su intervención en las cosas del mundo no llegaba más allá, su vida entera se concretaba al espacio encerrado entre los muros impenetrables del harén y por eso precisamente eras menos desgraciadas, hallaban cómo cumplir su destino único en la tierra, tenían un dueño, un amo, un señor encargado de velar por ellas, dispuesto siempre a protegerlas."
Sin rumbo
Eugenio Cambaceres



22/10/07

La trama / los personajes / la novela


Pero ahora me importa llamar la atención sobre un defecto de análisis que nos hace atribuir nuestro aburrimiento en la lectura de una novela a que “su argumento es poco interesante”. Si así fuese podría darse por muerto este género literario. Porque todo el que medite sobre ello un poco reconocerá la imposibilidad práctica de inventar hoy nuevos argumentos interesantes.

No, no es el argumento lo que nos complace, no es la curiosidad por saber lo que va a pasar a Fulano lo que nos deleita. La prueba de ello está en que el argumento de toda novela se cuenta en muy pocas palabras, y entonces no nos interesa. Una narración somera no nos sabe: necesitamos que el autor se detenga y nos haga dar vueltas en torno a los personajes. Entonces nos complacemos al sentirnos impregnados y como saturados de ellos y de su ambiente, al percibirlos como viejos amigos habituales de quienes lo sabemos todo y que al presentarse nos revelan toda la riqueza de sus vidas. Por esto es la novela un género esencialmente retardatario -como decía no sé si Goethe o Novalis. Yo diría más: hoy es y tiene que ser un género moroso -todo lo contrario, por tanto, que el cuento, el folletín y el melodrama.

(...) Recuérdese ahora las novelas mayores del pasado que han conseguido triunfar de las enormes exigencias planteadas por el lector del día y se advertirá que la atención nuestra va más a los personajes por sí mismos que a sus aventuras. Son Don Quijote y Sancho quienes nos divierten, no lo que les pasa. (...) Lo mismo acaece con Julián Sorel o David Copperfield.


Ideas sobre la novela
José Ortega y Gasset





¿Qué nos interesa de una novela? ¿Su trama, su acción, las peripecias de sus protagonistas, sus aventuras, su historia?
O bien, ¿Los propios personajes, su mundo interior, sus contradicciones, sus sueños?
(Ilustración: Erró)

18/10/07

El mal cativo




- ¿Qué te acontece, Ádega?
Ádega, arrodillada sobre la yerba, tendía los brazos desesperada sobre el cuerpo del peregrino:
- ¡Mirad! ¡Mirad!
- ¿Está frío?
La pastora sollozaba:
- ¡Está frío como la muerte!
- ¿Era algo tuyo?
- Era Dios Nuestro Señor.
Las aldeanas la miran supersticiosas y desconfiadas. Descendían santiguándose:
- ¿Qué dices, rapaza?
Ádega gritaba con la boca convulsa:
- ¡Era Dios Nuestro Señor! Una noche vino a dormir conmigo en el establo: Tuvimos por cama un monte de heno.
Y levantaba el rostro transfigurado, con una llama de mística lumbre en el fondo de los ojos, y las pestañas de oro guarnecidas de lágrimas. Las mujerucas volvían a santiguarse:
- ¡Tú tienes el mal cativo, rapaza!



Flor de santidad
Ramón del Valle-Inclán





La joven protagonista de esta breve novela modernista del irrepetible Valle-Inclán, está completamente enajenada de la realidad, por eso, las aldeanas escépticas creen que tiene el mal cativo, es decir, que está poseída por un mal espíritu, endemoniada.

Pero Ádega tan sólo está alucinada por las ficciones que desde niña la han rodeado, por la cantidad de leyendas e historias míticas que los pastores de la Galicia intemporal recreada por el escritor de la luenga barba han ido relatando a la muchacha.

La increíble creencia de Ádega, su fe en la visita del Mesías a su posada disfrazado de peregrino y en la Reencarnación divina que esta visita propició, contrasta con la realidad: el peregrino era un simple farsante que la seduce y la deja embarazada.

Pero Ádega tiene otra visión de los hechos y su deformación viene dada por la influencia que sobre ella han ejercido desde siempre las ficciones que la han rodeado en forma de antiguas fábulas y mitos quiméricos. Ella construye su propio cuento para relatarlo a su vez a los campesinos y pastores que se encuentra por los caminos. Hace de su vida una ficción como las que tanto le han encandilado.

Por eso Ádega me parece un caso extraordinario y extremo de bovarysmo o quijotismo. El demonio que ocupa su cuerpo y su mente se llama literatura. Y no existen aún exorcismos efectivos para conjurar esta peculiar forma de posesión.



(Man Ray)

12/10/07

Patria


Confesión

No amo mi patria porque sea la mía, sino porque me resulta hermosa. Tengo sentido de patria, pero no patriotismo.

No estoy orgulloso de alguien porque pertenezca a mi raza.

No intervengo a favor de alguien porque casualmente pertenezca a la misma familia que yo.

Tampoco tengo conciencia de estamento, ni me avergüenzo porque también entre los poetas haya desvergonzados e hipócritas.

Nunca me sentí camarada de alguien porque casualmente tuviera la misma graduación; nunca fui colega de nadie porque se hubiera sentado en el mismo banco de la escuela.

Tampoco amo la humanidad en cuanto conjunto; sino sólo a unos pocos hombres individuales.
No me siento solidario con nadie porque pertenezca a la misma nación, al mismo estamento, a la misma raza o a la misma familia que yo; es exclusivamente una cuestión personal con quién deseo sentirme emparentado; no reconozco ninguna obligación innata en esta cuestión. Yo tengo conciudadanos en cada nación, camaradas en cada estamento y hermanos que ni siquiera sospecha de mi existencia.



Ensayos y aforismos
Arthur Schnitzler
(Ilustración: Arp)

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