Andrea o Nada
"¡Cuántos días sin importancia! Los días sin importancia que habían transcurrido desde mi llegada me pesaban encima, cuando arrastraba los pies al volver de la universidad. Me pesaban como una cuadrada piedra gris en el cerebro.
El tiempo era húmedo y aquella mañana tenía olor a nubes y a neumáticos mojados... Las hojas lacias y amarillentas caían en una lenta lluvia desde los árboles. Una mañana de otoño en la ciudad, como yo había soñado durante años que sería en la ciudad el otoño: bello, con la naturaleza enredada en las azoteas de las casas y en los troles de los tranvías; y sin embargo, me envolvía la tristeza. Tenía ganas de apoyarme contra una pared con la cabeza entre los brazos, volver la espalda a todo y cerrar los ojos.
¡Cuántos días inútiles! Días llenos de historias, demasiadas historias turbias. Historias completas, apenas iniciadas e hinchadas ya como una vieja madera a ka intemperie. Historias demasiado oscuras para mí. Su olor, que era el podrido olor de mi casa, me causaba cierta náusea... Y sin embargo, había llegado a constituir el único interés de mi vida."
CARMEN LAFORET, "Nada"
Andrea, la protagonista de “Nada”, es una persona muy especial. Pero ella no lo sabe y por eso resulta tan encantadora para el lector.
Los que le rodean intuyen algo singular en su aura de chica seria, introvertida, pero sólo los que leemos sus pensamientos podemos conocerla en profundidad y llegar a apreciarla como se merece. Es un personaje que va seduciendo poco a poco, con un carácter apocado e indómito a la vez, nos provoca lástima por su indefensión, tristeza por su soledad, impotencia por su hambre (pasa noches en vela a causa de la inanición, pero es capaz de gastar su paga mensual en flores para Ena), y al mismo tiempo, nos admira por su capacidad de resarcirse, de eludir los malos influjos de la calle de Aribau. Pues Andrea vive en una casa tan desvencijada como sus habitantes, su abuela y tíos, representantes grotescos de la España de la Posguerra. Pero la protagonista, lejos de hundirse con el barco, sabrá salir a flote y madurar con la experiencia que adquirirá ese año de estudios en Barcelona.
Porque Andrea es tan débil como fuerte. Y muy especial. Me hubiese gustado ser su amiga.
El tiempo era húmedo y aquella mañana tenía olor a nubes y a neumáticos mojados... Las hojas lacias y amarillentas caían en una lenta lluvia desde los árboles. Una mañana de otoño en la ciudad, como yo había soñado durante años que sería en la ciudad el otoño: bello, con la naturaleza enredada en las azoteas de las casas y en los troles de los tranvías; y sin embargo, me envolvía la tristeza. Tenía ganas de apoyarme contra una pared con la cabeza entre los brazos, volver la espalda a todo y cerrar los ojos.
¡Cuántos días inútiles! Días llenos de historias, demasiadas historias turbias. Historias completas, apenas iniciadas e hinchadas ya como una vieja madera a ka intemperie. Historias demasiado oscuras para mí. Su olor, que era el podrido olor de mi casa, me causaba cierta náusea... Y sin embargo, había llegado a constituir el único interés de mi vida."
CARMEN LAFORET, "Nada"
Andrea, la protagonista de “Nada”, es una persona muy especial. Pero ella no lo sabe y por eso resulta tan encantadora para el lector.
Los que le rodean intuyen algo singular en su aura de chica seria, introvertida, pero sólo los que leemos sus pensamientos podemos conocerla en profundidad y llegar a apreciarla como se merece. Es un personaje que va seduciendo poco a poco, con un carácter apocado e indómito a la vez, nos provoca lástima por su indefensión, tristeza por su soledad, impotencia por su hambre (pasa noches en vela a causa de la inanición, pero es capaz de gastar su paga mensual en flores para Ena), y al mismo tiempo, nos admira por su capacidad de resarcirse, de eludir los malos influjos de la calle de Aribau. Pues Andrea vive en una casa tan desvencijada como sus habitantes, su abuela y tíos, representantes grotescos de la España de la Posguerra. Pero la protagonista, lejos de hundirse con el barco, sabrá salir a flote y madurar con la experiencia que adquirirá ese año de estudios en Barcelona.
Porque Andrea es tan débil como fuerte. Y muy especial. Me hubiese gustado ser su amiga.
2 Comments:
Buen comentario a un pasaje muy bien seleccionado. Me entran ganas de leer esta novela...
¿De qué vas a escribir en este blog, pies diminutos? Arte, literatura... algo más?
Hola Pies Diminutos.
Ya ves, hasta aqui he venido.
Excelente visión de la novela. Me gusta que hayas puesto en acento en el hambre de Andrea y las flores de Ena.
La post guerra esta detrás del libro, eso es evidente pero yo he preferido alejarme de esa visión porque prefiero el juego dentro/fuera tanto físico como psicológico.
Un abrazo barcelonés desde ZGZ
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