22/8/06

"Si te dicen que caí" (I), el argumento


“(...) Yo no sé nada, nosotros no hemos hecho nada malo con Susana, le digo que no, camarada, ay no me dé en el coco que desde pequeñito tengo pus en el oído. Sí que le oigo, precisamente a mí me gustaría ir a campamentos juveniles y me haría mucha ilusión tener la boina roja y el machete con su funda de cuero, es de lo más fermi, conozco a un chaval que tiene el correaje y cómo presume. ¿Qué si me apunto para ser flecha? Ya me gustaría, ya, pero mi padre no me deja. Manobra. Sólo que ahora está sin faena y anda con la malúva, pero rojo no fue, palabra, si hasta lleva como usted la araña en la solapa porque dice que es mejor para encontrar faena, ahora quiere sacarse el carnet nacionalsindicalista... En la carretera del Carmelo. La barraca la ha construido mi padre, somos siete hermanaos, de Cuevas, Almanzora: sí que entiendo el catalán, pero hablo el lenguaje del Imperio, camarada, como está mandado. (...) ¿Que la llevamos al refugio a la fuerza, que la raptamos al salir del cole, engañándola? Ni hablar ella vino por su gusto, usted no conoce a estas señoritingas, camarada, muchos remilgos pero les gusta el boniato... Espere, no me hostie, todo lo que digo es verdad, ay, ay, espere (...) ¿Amarrada a un bidet lleno de pólvora, eso ha dicho? Qué embustera. ¿Se encontró un boniato peludo en su plumier rosa? Mentira y gorda, cómo se puede calumniar así a los amigos. Si aquello le gustaba, si se reía con nosotros, (...) ¿Me puedo ir ahora? ¿No me llevará a la comisaría?, prometo no volver a llevar chicas al refugio, no quiero que me encierren en el Asilo Durán, eso no, ser flecha sí que me gustaría pero mi madre necesita lo que me saco de monaguillo, somos pobres, camarada, regáleme una camisa azul y unas botas con clavos y no le mentiré nunca, señor, adiós (vaya tragaderas tienes, tuerto de mierda) que le vaya bien (así te pudras).”

“Si te dicen que caí”, JUAN MARSÉ

Una historia sobre la superviviencia de un puñado de barceloneses tras la Guerra Civil Española. Así de sencillo, así de complicado.

Y si no, que se lo digan al Java, el protagonista, que se saca unas cuartos acostándose con furcias baratas para distracción de un ex teniente franquista, observador pasivo tras una cortina.

O que se lo digan a este mismo “voyeur”, héroe de guerra postrado en una silla de por vida, corroído por la metralla, dejándose cuidar por una joven del orfanato de las “Las Ánimas”.

O que le pregunten a esta joven, la Fueguiña, sola en el mundo, lavando el culo del paralítico cada mañana, dejándose sobar por todos los chicos del barrio.

O que hablen estos chavales, Sarnita, con un padre alcohólico que termina por ahorcarse, o Luis, tísico perdido, su madre, pajillera del cine Roxy, según las malas lenguas.

O bien, que nos cuente su historia el padre de Luis, el anarquista Lage, dispuesto a seguir luchando por sus ideales en la década de los cuarenta, pues en opinión de otros colegas rojos, “esto no puede durar mucho más tiempo, esto acabará pronto, seguro”.

Pero, sobre todo, que dejen hablar a la miserable meuca Ramona, perseguida por todos, por todos mancillada, asustada hasta de su propia sombra, por su pasado rojo y con un presente gris, Ramona, es el personaje que mayor conmiseración nos despierta, y del que nunca acabaremos de saber toda la verdad.

Marsé crea un friso perfecto de la Posguerra, a partir de un caleidoscópico uso de vidas anónimas perfectamente verosímiles, todas ellas abocadas al fracaso por las consecuencias de una guerra fraticida. Ni siquiera el único personaje de la novela dispuesto a quemar los recuerdos de tan terrible época y construirse una vida de triunfador, conseguirá eludir su pasado “xarnego” en el Guinardó, barrio periférico de Barcelona.
Al final, Marsé viene a decirnos que, tras una guerra como la del 36, nadie gana y todos pierden. Y que incluso los aparentes vencedores llevan dentro de sí una metralla culpable que los corroe, como el señorito Conrado tras su cortina.

4 Comments:

Blogger pies diminutos said...

Muchas gracias por tu comentario, solodelibros.
Pero hay que tener en cuenta que Marsé publica en México en el año 73 este libro, dos años antes de la muerte del dictador, y por lo tanto, en un momento en que para un escritor español sí era realmente importante escribir un libro sobre este tema.
De todos modos, si el franquismo no te interesa como fondo de una novela no te aconsejo a Marsé...
Y hoy por hoy, sí, tienes razón, la problématica actual ofrece muchos temas para tratar en novelas.
Por eso me ha gustado leer la novela de Marsé, porque lejos de avivar la rencilla aún candente entre culpables y víctimas de la Guerra Civil, este libro deja muy claro que ambos bandos son dignos de pena.

05:37  
Blogger Miguel Sanfeliu said...

Marsé es un autor importante y muy interesante. Me gustó mucho tu comentario.
Buen blog.
Saludos.

12:29  
Blogger Miguel Sanfeliu said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

12:29  
Anonymous Anónimo said...

Hoy mismo terminé de leer "Si te dicen que caí". Después de leer un libro y tener mi opinión, me gusta buscar información sobre el mismo y te diré que tanto el argumento como el comentario me parecen sencillamente perfectos; es grande la precisión de síntesis y la claridad con la que expones tal confusión de recuerdos y de inventos que, como dices, bien pudieron ser reales.

Sí cierto, todos pierden y ese recuerdo es lo único que perdura en la memoria...

Saludos

15:27  

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