"El asesino amenazado", 1926, René Magritte
El cuerpo de una mujer desnuda con sangre en la boca yace sobre un sofá. El hombre bien vestido que parece ser su asesino está preparado para irse, con el sombrero y el abrigo encima de una silla, y al lado la cartera, pero le demora la música: escucha el gramófono con languidez.
Entretanto otros dos hombres (¿policías?), curiosamente parecidos, le esperan tendiéndole una emboscada en el vestíbulo, armados con una porra y una red. Y detrás de él otros otros tres, ya no mellizos, sino trillizos, miran desde el balcón, testigos fuera del marco de los hechos, como reflejos de los espectadores del cuadro que se asomaran a él en dirección contraria.
El surrealismo en versión belga de Magritte maneja visiones claras de significado oscuro. A diferencia de los fantástiocs paisajes oníricos de surrelistas de un Salvador Dalí, sus ambientes son extrañamente normales, y sus protagonistas son señores burgueses con corbata y bombín.
Pero Magritte se especializó en la irresolución permanente , en el misterio sin clave. "El asesino amenazado" debe tener su origen en las novelas y películas policíacas, que le fascinaban; pero su estudiada gelidez, la impasibilidad de sus actores, lo coloca en otra dimensión que no es la de la novela barata de misterio.
Lo más inquietante: que la mirada de los tres hombres del fondos se cruce con la nuestra. El propio asesino está amenazado; los contempladores son contemplados a su vez.
1 Comments:
Cuando conocí las pinturas de Magritte, supe que sería una constante de mi imaginario: enigmático, perturbador.
Tu post expresa lo que René Magritte era y es. El inmortal Magritte.
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