3/7/07

Pánico a encender la televisión. La difusión de alarma social en los medios de comunicación.


El ensayo del sociólogo Enrique Gil Calvo titulado El miedo es el mensaje es un minucioso análisis del extraordinario incremento de la alarma social al que estamos asistimos desde el pasado cambio de milenio y un estudio del papel que juegan los medios de comunicación en esta etapa de pesimismo y angustia.

El libro se inicia aludiendo al temido efecto 2000 y al consiguiente pinchazo bursátil de las burbujas tecnológicas y especulativas, con el estallido de la llamada “nueva economía” en marzo del 2000, poniéndose en cuestión el salvacionismo tecnológico pregonado en la década de los noventa. Se iniciaba un ciclo depresivo de la economía occidental aupado por casos como el de Enron en el 2001, el gran fraude empresarial de contabilidad creativa que originó una avalancha de denuncias de casos semejantes. Al mismo tiempo, el autor no duda en señalar que antes del atentado a las Torres Gemelas el clima de opinión ya era negativo a causa de la caída bursátil. Con los aviones suicidas, el acceso de pánico es ya definitivo y hace su aparición el infierno de la desconfianza.
El resultado derivado de semejante catarata de acontecimientos perversos es el advenimiento de un depresivo clima de opinión caracterizado por la incertidumbre y la desconfianza. No tarda en hacer aparición, como si de una epidemia se tratara, la aversión al riesgo, primero, entre profesionales del mundo económico y, más tarde, entre el resto de actores sociales, contagiándose a través de los medios de comunicación.
Tanta desconfianza, aversión al riesgo y temor al futuro es prueba de que el estado de ánimo colectivo ha cambiado por entero desde unos años a esta parte. Ya no se trata sólo de la mera incertidumbre económica, sino de un clima general de pesimismo fuertemente negativo, en el que sólo se espera lo peor y se desprecia cualquier indicio positivo o al menos neutral. Gil Calvo advierte que en este proceso no se ha hecho sino sustituir un espejismo por otro, y se ha pasado de la creencia en una ficción color de rosa (aquel viejo optimismo de la nueva economía digital, de hace tan sólo una década) a otra creencia no menos falaz, la de una leyenda negra tan ficticia como la anterior.
Y es que se desprende del ambiente un sensación muy significativa de pérdida de la invulnerabilidad, tanto por causas económicas como por la idea de un ciclo de terrorismo mimético al del 11-S. Ante este tragedia, todo se creyó todo posible y se configuró un clima de opinión centrado en el miedo y el odio, cuyas consecuencias más directas fueron la guerra punitiva para reconstruir el herido orgullo estadounidense y, paradójicamente, una serie de múltiples manifestaciones de resistencia ante esta decisión calificada de improcedente. Rápidamente y a nivel mundial no encontramos con un cambio geoestratégico, lo que se ha denominado el nuevo desorden actual, en sustitución al viejo orden anterior.
En conclusión y para abreviar, a las causas de inseguridad económica, terrorista o callejera hay que sobreañadir la inseguridad alimentaria, ambiental o sanitaria (los ejemplos empleados aquí por Gil Calvo son casos como el de las vacas locas, la epidemia de SARS, el sida o la catástrofe del Prestige). De modo que se podría seguir en esta misma línea, relatando el creciente impacto que sobre una opinión pública cada vez más sensibilizada por su aversión al riesgo están teniendo las sucesivas crisis institucionales que se producen y acumulan, desde la desorganización familiar hasta la precariedad laboral, generalizándose una insidiosa percepción del riesgo, incertidumbre, alarma e inseguridad. Y, por si fuera poco, a todo esto hay que agregar la creciente desilusión colectiva ante los gobiernos, a los que la ciudadanía considera incompetentes e ineptos para tratar de apaciguar el caos y lograr el bienestar.
Pero, y aquí se enuncia la principal cuestión a la que este ensayo quiere hacer frente, ¿se está incrementando verdaderamente el nivel objetivo de riesgos reales o lo único que aumenta es el grado subjetivo del alarmismo percibido, dada la inflación mediática de su omnipresente visibilidad?


(Extracto de mi reseña para la asignatura "Opinión pública" acerca del libro El miedo es el mensaje, de Gil Calvo)
(Ilustración: Paul Klee)

6 Comments:

Blogger nomesploraria said...

Hola pies diminutos, no te comento mucho pero te visito siempre. Klee me provoca una fascinación tremenda desde que era estudiante.

Muy interesante el argumento de este libro. Ya nadie se acuerda del efecto 2000 y la cantidad de tonterías que se llegaron a decir.

10:50  
Blogger Alicia Liddell said...

Al final uno prefiere no saber.

03:08  
Blogger Elena said...

Debe ser un libro muy interesante el que comentas. Yo tengo mi propia respuesta para la pregunta que planteas al final: es la percepción subjetiva de ese miedo la que está aumentando, gracias a la actuación de unos medios de comunicación y unas instituciones de gobierno a las que en muchos casos interesa acrecentar ese clima de temor colectivo. Todo el que haya estudiado algo de historia sabe que no ha habido época más segura para vivir en una gran parte del mundo que los últimos 50 años. Antes el riesgo de morir por una enfermedad o cualquier otro suceso era mucho más elevado. Lo que ocurre es que una sociedad temerosa es más fácil de controlar y manipular desde el poder. Esa al menos es mi opinión.

Saludos

03:03  
Blogger pies diminutos said...

Nomesploraria, creo que hay pocos pintores que me seduzcan con una fuerza tan poderosa e inexplicable, irracional, como Paul Klee. Es un mago.

Sí, Alicia, y sin embargo, "sapere aude"! Siempre es mejor que volver la espalda o subirse a la torre de marfil, verdad?

Elena, tú opinión me parece muy acertada, y la comparto en gran medida, sin embargo, creo que existe una esperanza... pues el último paso para volvernos a nuestro rincón temblorosos y asustados, con una cojín protector entre nosotros y el mundo, lo damos cada persona voluntariamente. En nuestras manos está el acobardarnos menos y plantar cara a la realidad sea cual sea. Así que, por una parte, culpa de las autoridades por hacernos más débiles y vulnerables de lo que somos aterrándonos despiadadamente, y, por otra parte, también culpa nuestra por acomodarnos a la versión oficial, porque tal vez estar amedrantados en casita nos es más fácil que ser críticos y conscientes, que mantenernos alerta y mirar a nuestro entorno sin agachar la vista.

09:09  
Blogger Miguel Sanfeliu said...

Hola, Pies Diminutos. Me ha parecido un libro muy interesante y tu reseña es muy completa. Me ha gustado tu texto y muy probablemente terminaré comprando este libro. El tema me interesa. Yo también opino que estamos manipulados por múltiples intereses.
Un saludo.

12:08  
Blogger pies diminutos said...

Hola Miguel, me alegra que te gustara, el tema es realmente interesante, es el pan nuestro de cada día...
un beso!

12:24  

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