"La condena" de Franz Kafka
La narración La condena nos presenta la vida de un burgués de principios de siglo, que lleva una existencia acomodada, que está a punto de casarse y que se encuentra en la situación de tener que contarle el “éxito” de su vida a su amigo, paradigma de todo lo contrario que representa el protagonista.
Georg Bendemann, tras escribir la carta que anunciará su triunfo vital al amigo, se decide a buscar apoyo para su acción en su padre. Éste ya es un viejo viudo, al que el hijo ha suplantado en su papel principal en los negocios, un anciano que ocupa una habitación oscura y aislada de la calle, a la cual el hijo no suele acercarse, pese a que les une un corto pasillo.
Cuando se inicia la conversación entre ambos, el padre se nos presenta como un ser mal cuidado, que se alimenta poco y cuya ropa interior necesita ser cambiada más a menudo. El hijo, sintiéndose culpable del denigrante estado en el su padre vive, decide efectuar una serie de cambios, entre ellos, trasladarlo a su cuarto, mucho más soleado y amplio. El padre parece dejarse llevar por el ímpetu de las decisiones de su hijo, hasta que, una vez acostado en la cama, le pregunta a Georg si “está bien tapado”. A la contestación afirmativa del hijo, el padre experimenta un brutal cambio de actitud, se desprende de la colcha que lo cubría y, subido a la cama, lanza un furibundo a ataque a Georg.
Es así como conocemos el proceso natural de usurpación del papel paterno llevado a cabo por el hijo. Desde la muerte de la madre, tres años atrás, Georg se hace con el principal puesto dentro del próspero negocio, y además, ahora está a punto de contraer matrimonio con su prometida, una “cerda asquerosa”, según el padre, con lo cual también toma el mando en cuanto a la actividad sexual. El padre, pese haberse visto desplazado de su lugar preeminente, no duda en hacerle ver al hijo que aún no está “tapado”, es decir, muerto y enterrado, sino que, más bien, sigue controlándolo todo desde la sombra: “¡No te equivoques! Todavía soy el más fuerte”.
Al mismo tiempo, resulta muy interesante la figura del amigo (¿existe en realidad?, ¿es una invención de los personajes?), contrapunto del propio Georg e hijo que el padre realmente hubiera amado. El de San Petersburgo fue audaz al decidir emprender una nueva e incierta vida lejos de su patria, conoció la revolución rusa en su pleno centro y fracasó en su negocio, quedando relegado a una vida solitaria y austera. Georg y el amigo no dejan de representar dos opciones de existencia, una acoplada a las normas y valores social-burgueses, y otra, totalmente opuesta. Lo sorprendente del caso es que el padre se alía con el amigo y se convierte en su principal defensor.
Ciertamente, cuando el padre, años atrás, conoce al amigo, siente animadversión hacia él, de ahí que Georg se lo oculte. Sin embargo, pronto será de su agrado y conversará largamente con él, llegando a apreciarle. Resulta contradictorio que un exponente de la vida aburguesada como lo es el padre de Georg, prefiera como hijo a la “oveja descarriada” de San Petersburgo que a su hijo, seguidor de la estela del perfecto empresario de clase media-alta. ¿Es posible que el padre, desde su experiencia, vea el proyecto de vida de su hijo como algo inútil y vacío?, ¿quizá la vida aventurera y de final incierto del amigo representa para el padre la mejor opción, la que quería para su hijo y que éste ha desdeñado para amoldarse al patrón paterno?, ¿condena el padre, pues, la incapacidad de su hijo, y en general de toda la clase burguesa, para escapar del molde preprogramado de normas y valores?
En todo caso, La condena transmite la sensación de crisis de la conciencia burguesa paradigmática de toda un generación de intelectuales anterior a la primera Guerra Mundial.
4 Comments:
Interesantísima reseña. Gracias :-)
Un saludo desde Valencia.
De Kafka me interesan muchas cosas, y no es la menor de ellas su capacidad para convertirse a sí mismo en un personaje literario. Es imposible no buscar en su vida la huella de las sombras que recorren sus obras.
Que agradecidos estamos a la infidelidad de su compañero, no cumpliendo una de sus voluntades...
Tu texto me ha parecido muy bueno. "La condena" es un relato sobrecogedor y muy duro.
Saludos.
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