"El amor del ruiseñor", Teatro Rialto, València
“Tales palabras despiertan la ira del cruel tirano, y un miedo no inferior a su ira. Infundado por ambos saca de la funda la espada que llevaba al costado, y agarrando a la muchacha por el pelo le dobla los brazos tras la espalda y la encadena por la fuerza. Filomela le presenta su garganta, pues al ver la espada a concebido la esperanza de morir: pero él apresa con unas tenazas su lengua, que pronuncia palabras indignadas, que no deja de invocar el nombre de su padre, que lucha por hablar y se la corta con un hierro cruel. La raíz de la lengua palpita en el fondo, mientras la punta cae y murmura convulsa sobre el suelo ennegrecido, y como suele saltar la cola de una lagartija se agita y busca en su agonía la horma de su dueña.”
Metamorfosis, Ovidio
“¿Dónde están las palabras?” pregunta Progne a las taciturnas y misteriosas mujeres tracianas que la acompañan en sus interminables horas de nostalgia y soledad. Progne, hija del rey de Atenas, se ha casado con el rey de Tracia, Tereo, un hombre bélico y seco. Progne echa de menos las largas conversaciones con su inteligente y joven hermana Filomela, por eso pide a su marido que la traiga de visita desde Atenas a su nueva hogar de casada. Tereo arde en amores por Filomela cuando por fin la conoce y los dioses no pueden evitar que, durante el viaje, la viole para deshonra de la muchacha. Cuando Filomela proclama su deseo de dar a conocer a todo el pueblo de Tracia el tipo de degenerado que lo conduce, se produce la escena que leemos en el fragmento de Ovidio.
Si Progne buscaba las palabras para el consuelo y el entretenimiento, su hermana pequeña se preguntará dónde están las palabras para la denuncia y la justicia. Filomela es el ruiseñor al que le cortan la lengua para que no cante las maldades y abusos del poder. “El amor del ruiseñor” es una apología de la palabra, de la necesidad de usarla, de su papel como arma ante las injusticias, porque las palabras son el último recurso que nos queda cuando lo demás está perdido. Contar una injusticia parece redimirnos de su efecto, es un modo de liberación. Los atenienses nos legaron la filosofía y con ella el arte del diálogo, la dialéctica. Hablar es el camino para entender y juzgar. Los actos violentos de las guerras de los tracianos son el otro extremo de la cuerda de lo humano, el extremo de la sinrazón y de la carencia de las palabras.
El mito de Progne, Tereo y Filomela no tiene final. Los tres se convierten en pájaros: golondrina, abubilla y ruiseñor. Pero los dioses conceden a Filomela la posibilidad del canto infinito, ese gorjeo que mantenga despiertos a los hombres ante las injusticias.
Metamorfosis, Ovidio
“¿Dónde están las palabras?” pregunta Progne a las taciturnas y misteriosas mujeres tracianas que la acompañan en sus interminables horas de nostalgia y soledad. Progne, hija del rey de Atenas, se ha casado con el rey de Tracia, Tereo, un hombre bélico y seco. Progne echa de menos las largas conversaciones con su inteligente y joven hermana Filomela, por eso pide a su marido que la traiga de visita desde Atenas a su nueva hogar de casada. Tereo arde en amores por Filomela cuando por fin la conoce y los dioses no pueden evitar que, durante el viaje, la viole para deshonra de la muchacha. Cuando Filomela proclama su deseo de dar a conocer a todo el pueblo de Tracia el tipo de degenerado que lo conduce, se produce la escena que leemos en el fragmento de Ovidio.
Si Progne buscaba las palabras para el consuelo y el entretenimiento, su hermana pequeña se preguntará dónde están las palabras para la denuncia y la justicia. Filomela es el ruiseñor al que le cortan la lengua para que no cante las maldades y abusos del poder. “El amor del ruiseñor” es una apología de la palabra, de la necesidad de usarla, de su papel como arma ante las injusticias, porque las palabras son el último recurso que nos queda cuando lo demás está perdido. Contar una injusticia parece redimirnos de su efecto, es un modo de liberación. Los atenienses nos legaron la filosofía y con ella el arte del diálogo, la dialéctica. Hablar es el camino para entender y juzgar. Los actos violentos de las guerras de los tracianos son el otro extremo de la cuerda de lo humano, el extremo de la sinrazón y de la carencia de las palabras.
El mito de Progne, Tereo y Filomela no tiene final. Los tres se convierten en pájaros: golondrina, abubilla y ruiseñor. Pero los dioses conceden a Filomela la posibilidad del canto infinito, ese gorjeo que mantenga despiertos a los hombres ante las injusticias.
(La obra que ilustra este post es de Gerardo Rueda)
8 Comments:
Hola guapa¡¡
Creo que muchos mitos están representando partes de nuestra conciencia en muchas ocasiones... Yo recuerdo alguna vez en la que me he atado y me he cortado la lengua, para no denunciar algo que me quitaba el sueño...Progne, Tereo y Filomela somos todos, al menos desde mi punto de vista.
"Pero los dioses conceden a Filomela la posibilidad del canto infinito" Esa es la maravilla, saber que Filomena canta dentro de cada uno, y la esperanza, confiar en que podremos escucharla y cambiar nuestras circunstancias.
Nietzsche decía que toda palabra implica dos traslados, dos metáforas. En primer lugar, se trata del traslado de una excitación nerviosa a una imagen. En segundo lugar, se transforma esa imagen en sonido.
Y las que no se dicen?, que ocurre con ellas? …es posible Pies, que las tengan los pájaros.
Muy interesante
Un abrazo
HOla Paula, es verdad, los mitos forman parte en nuestras vidas, están en el imaginario colectivo de toda la sociedad aoccidental, quién no conoce a un Narciso, a un Ícaro, a un Hércules...
Lo que dices es muy bello, querida Olvido, ójala las tengan los pájaros y las sigamos escuchan solapadas en sus cantos alegre. Besos.
A ratos pienso que las palabras no sirven para nada y a ratos que lo pueden todo. Últimamente estoy más en lo segundo y pienso que pueden ser como espadas, que diría Aleixandre.
Los clásicos siempre me sorprenden. ¡Qué imagen tan eficaz la de la lengua retorciéndose en el suelo como un rabo de lagartija!
Un abrazo, piececitos.
Malambruno, me alegra que recuerdes a Aleixandre y a sus espadas. Y sí, es escalofriante la comparación de la lengua con el rabo del animalejo, creo que ahí reside el máximo impacto de la escena. Un abrazo también para ti!
El canto de Filomena es la necesidad imperiosa que todos tenemos de decir ciertas cosas,pero a veces no podemos y de esta forma seguirá sonando para siempre a modo de bello cantar, el cantar de los pájaros nos lo recuerda, bonita imagen y precioso post. Me ha gustado mucho. Un abrazo
Qué gore el Ovidio. No me lo esperaba de él.
Interesante. No tenía al ruiseñor en mi lista de pájaros comprometidos.
Totalmente de acuerdo con tu idea, gatito. Y muchas gracias, me alegro de que te gustase el post.
Pazzos, añade rápidamente al ruiseñor a tu lista!!
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