29/8/07

El teatro durante la infancia de Cervantes


"En el tiempo de este célebre español [Lope de Rueda], todos los aparatos de un autor de comedias se encerraban en un costal y se cifraban en cuatro pellicos blancos guarnecidos de guadamecí dorado y en cuatro barbas y cabelleras y cuatrocayados, poco más o menos. Las comedias eran los coloquios como églogas, entre dos o tres pastores y alguna pastora; aderezábanlas y dilatábanlas con dos o tres entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de bobo y ya de vizcaíno: que todas estas cuatro figuras y otras muchas hacía el tal Lope con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse. No había en aquel tiempo tramoyas ni desafíos de moros y cristianos, a pie ni a caballo; no había figura que saliese o pareciese salir del centro de la tierra por lo hueco del teatro, al cual componían cuatro bancos en cuadro y cuatro o seis tablas encima, con que se levantaba del suelo cuatro palmos; ni menos bajaban de cielo nubes con ángeles o con almas. El adorno del teatro era una manta vieja, tirada con dos cordeles de una parte a otra, que hacía lo que llaman vestuario, detrás de la cual estan los músicos, cantando sin guitarra algún romance antiguo."


Prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados, Miguel de Cervantes Saavedra.
(Ilustración: diseño de Paco Bascuñán)

21/8/07

El matrimonio es una institución criminal


“El matrimonio es una institución criminal, dijo después. Una institución pensada para que con sus lazos se ahorque uno de los cónyuges. Ese es el sentido de la sentencia: hasta que la muerte nos separe. El crimen femenino es su resultado lógico. Los suicidas como Madame Bovary o Ana Karenina, dijo Steve, son utopías masculinas. Proyecciones invertidas del terror que les provoca a los hombres captar la mirada asesina de sus mujeres. ¡Entonces las convierten en suicidas! Esas historias son cuentos de hadas para varones, fábulas tranquilizadoras, parábolas con moraleja. Cuentos contados entre hombres en la intimidad del vagón de fumar del expreso París-Moscú.
Habría que imaginar, en cambio, dijo Steve, a Madame Bovary como Raskolnikov para que las cosas mejoraran. La heroína es un criminal. Pero esos son los cuentos que se cuentan las mujeres en la intimidad de un coche cama en el expreso Moscú-París.
Un tren en la inmensidad de la noche.”

Prisión Perpetua, Ricardo Piglia
(Ilustración: Man Ray)

15/8/07

Tirant lo Blanch según Manuel Boix.










11/8/07

La teoría literaria de Milan Kundera o un autor en busca de personajes dentro de sí mismo.


"Como dije ya, los personajes no nacen como los seres humanos del cuerpo de su madre, sino de una situación, una frase, una metáfora en la que está depositada como dentro de un nuez, una posibilidad humana fundamental que el autor cree que nadie ha descubierto aún o sobre la que nadie ha dicho aún nada especial.

¿Acaso no es cierto que el autor no puede hablar más que de sí mismo?

Mirar con impotencia el patio y no saber qué hacer; oír el terco sonido de las propias tripas en el momento de la emoción amorosa; traicionar y no ser capaz de detenerse en el hermoso camino de la traición; levantar el puño entre el gentío de la Gran Marcha; hacer exhibición de ingenio ante los micrófonos secretos de la policía; todas esas situaciones las he vivido yo mismo, sin embargo de ninguna de ellas surgió un personaje como el que soy yo, con mi curriculum vitae. Los personajes de mi novela son mis propias posibilidades que no se realizaron. Por eso les quiero por igual a todos y todos me producen el mismo pánico: cada uno de ellos ha atravesado una frontera por cuyas proximidades no hice más que pasar. Es precisamente esa frontera (la frontera tras la cual termina mi yo), la que me atrae. Es más allá de ella donde empieza el secreto por el que se interroga la novela. Una novela no es una confesión del autor, sino una confesión sobre lo que es la vida humana dentro de la trampa en que se ha convertido el mundo. Pero basta. Volvamos a Tomás."



La insoportable levedad del ser
Milan Kundera



Este fragmento de la novela del checo Kundera sintetiza el especial modo de entender la creación literaria por parte de este autor. Incluidas dentro de la trama, las palabras en primera persona del escritor rompen con la atmósfera de ficción que hasta entonces embelesaba al lector y apelan a una realidad concreta, la del propio autor frente a su obra y su manera de entender el arte de la literatura. Confiesa, por un lado, la base autóbiográfica de las historias de Tomás, Teresa, Sabina y Franz, pero advierte, por otro, todo lo que tienen de imaginado y nunca vivido por él. Sus personajes representan cada uno de sus "yo" irrealizados, todas las vidas que pudo escoger Kundera y deshechó, pero vidas que anidan, al menos en potencia, dentro de él.

Además de una recreación del ambiente de la Praga comunista, además de toda la carga filósofica y teórica de la novela (ésta siempre asumible por un lector medio, si hemos de decir la verdad, cumpliendo así una de las grandes virtudes atribuibles a este texto), además de todo lo dicho y su estilo impecable, conciso pero expresivo, y de una escritura que juega con la repetición de motivos cuyo significado va ensanchándose a medida que nos adentramos en la trama-puzzle, además de todo ello, digo, están las historias, las VIDAS de los cuatro personajes, y de los dos más protagonistas, Tomás y Teresa.

La arquitectura interior de estos dos seres tan distintos y, tal vez por ello, tan complementarios, sus sufrimientos más íntimos, sus obsesiones, sus principios, los detalles que dan forma a todo ser humano, esencialmente contradictorio y expuesto al dolor y a la duda, están tan soberbiamente dibujados que cuesta creer su no-existencia real. Las líneas más arriba transcritas sirvan, tal vez, para entender la espléndida construcción de estos personajes, pues el autor los concibió como otras tantas realizaciones de su yo, los supo dotar de tal "verdad" como la que el propio Milan Kundera atesora. Son más personas que personajes porque son los "Milan Kundera" que pudieron ser y el checo decidió anular y aprovechar como material literario. Pero, ¿no será acaso esta la misma estrategia que usan tantos y tantos escritores para dar vida a sus seres en la ficción?
(Ilustración: Klein)

7/8/07

"Objeto (Le Déjeuner en fourrure)" de Meret Oppenheim, 1936.


La taza forrada de piel de Oppenheim es quizá el más célebre de los objetos surrealistas. La inspiración de su sutil perversidad fue una conversación entre Oppenheim, Pablo Picasso y la fotógrafa Dora Maar en un café de Paris: Picasso, admirando las pulseras ribeteadas de piel de Oppenheim, comentó que casi cualquier cosa podría recubrirse de piel. "Hasta esta taza y este plato", repuso Oppenheim.
En los años treinta muchos artistas surrealistas dispusieron objetos encontrados en combinaciones extravagantes que desafiaban a la razón y suscitaban asociaciones inconscientes y poéticas. Objeto -titulado Le Déjeuner en fourrure, "El almuerzo vestido de pieles", por el dirigente surrealista André Breton- es una taza con su plato, comprados en unos almacenes de París y forrados con piel de gacela china. La obra explota las diferencias entre variedades del placer sensual: la piel puede agradar al tacto pero repele a la lengua. Y una taza y una cuchara están hechas, claro está, para llevarlas a la boca.
En cuanto pequeño objeto cóncavo cubierto de pelo, Objeto puede encerrar también una connotación e intención sexual: trabajando en un mundo artístico dominado por los hombres, quizá Oppenheim se burlará de la "masculinidad" dominante en la escultura, que por convención adopta una sustancia dura y una orientación vertical que podrían tomarse como casi absurdamente autorreferentes. Chic, sarcástico y, al mismo tiempo, atractivo e inquietante, Objeto es astuta y calladamente agresivo.

2/8/07

Mario Giacomelli (1925-2000)










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