Ver y tocar un libro es casi tan maravilloso como leerlo. La determinada presentación de un texto nos acerca o nos aleja de él. Hablemos hoy de los libros como objeto de diseño, hablemos de la imagen que las editoriales adjudican a lo que otros escriben, del modo o vehículo con que nos llega la literatura a los lectores. Porque un libro es su contenido, sí, pero para aproximarnos seducidos hacia éste, el cuidado en la forma externa, palpable, es imprescindible. ¿O no?

Mi sueño hace unos años era llegar a conseguir una estantería con todos los libros de la colección Letras Hispánicas de la editorial Cátedra. Esos libritos negros me llevaban de cabeza. Los estudios introductorios, las notas a pie de página, destilan una agradable erudición que me da confianza y seguridad. Son libros para usar, manejables, cómodos, y su estética fija los ha convertido en clásicos. Por supuesto, simétrica descripción merecen los dedicados por la misma editorial pero a las Letras Universales (éstos en blanco).

Una editorial que últimamente me enloquece (tanto por sus títulos como por su diseño) es Quaderns Crema con su serie Acantilado. Leer a Zweig o a Schnitzler en esta colección es una pasada. La tipografía y el tamaño de la letra son perfectos, el grosor del papel, la combinación de negro y un color llamativo (naranja o rojo) en la portada, esas dos primeras y últimas páginas del libro en papel negro vergueteado. Son una delicia.


Otras ediciones que también suelo comprar, tocar y ver son las de Tusquets, colección Andanzas (la de tamaño mediano, negra, con imagen grande en la portada) o la de Fabula (la típica de los cuadraditos negros y bancos, preciosa, y cómo se abre de bien...). Entre las de bolsillo, para mí, la mejor es la de Destino, el tacto de portada y contraportada es genial, aunque Alianza (con la fotito del autor en el lomo) también está a la altura. Los Compactos de Anagrama, los de colores, tampoco los desdeño.


Para poesía, sin duda, Visor. No puedo evitar que me gusten los libros negros. Además, su selección de autores es estupenda. Editan mucha poesía actual pero no olvidan a los clásicos modernos. Para arte, Taschen (que merecería un post aparte), nunca podré agradecer suficientemente al dueño de esa editorial lo que ha hecho por mí. Sus libros, de precio no asequible, sino directamente barato, han acercado el arte a miles de personas. Y me olvidaba de Lengua de Trapo, con un diseño más rompedor (el cuadrado amarillo que rodea la portada, la tipografía del título un tanto mecanicista), y unos espectaculares collages de Rafa Sañudo como ilustración en la portada.

Sé que me dejo muchas editoriales en el tintero, pero a conciencia, pues cuento con vuestra colaboración en este artículo para enriquecerlo, así que me dispongo a conocer vuestras preferencias en materia de editoriales y diseño de libros.