"El analfabetismo ciega el espíritu"
(Extracto de mi trabajo "El cartel político: Un grito pegado en la pared" para la asignatura de Lingüística 2005/06, Filología Hispánica, Universitat de València)
Arte y Literatura en todas sus variantes y extensiones
(Extracto de mi trabajo "El cartel político: Un grito pegado en la pared" para la asignatura de Lingüística 2005/06, Filología Hispánica, Universitat de València)
(Gerardo Rueda)
(Paul Klee)
(Reproducción pintada a mano sobre tabla de pino de miniatura de las cantigas de Alfonso X, el Sabio, siglo XIII)
Man Ray
Man Ray. Los Angeles Country Museum of Art (Les Amoureux), 1966
Sonia Delaunay
Fête de l'Humanité. Les Peintres et l'Art du Livre, 1970
Félix Labisse
Le Passe Muraille, 1951
René Magritte
Festival Mondial du Film et des Beaux-Arts. Bruxelles, 1947
Le Corbusier
Le Corbusier. Musée National d'Art Moderne, 1962
George Grosz
Manhattan, 1931
Los carteles que vemos arriba resultan de los más crudos y escalofriantes de cuantos hubo en la época de la guerra. El primero, además, fue repartido por todos los países de Europa para dar a conocer las barbaridades que aquí se vivieron y que se empeñaban los gobiernos europeos en ignorar.
La imagen de los niños muertos por bombardeos aéreos nos revuelve la conciencia. Se trata de las víctimas más inocentes de la guerra, aquellas que más lástima inspiran, y querían ser un motivo para que algún país se decidiera a intervenir. El hecho de que, en vez de su nombre, luzcan un número, enfatiza más si cabe los horrores de la guerra. Los muertos dejan de tener identidad, son simples cuerpos vacíos de vida. Por otro lado, el autor de los carteles no es ningún iluso, sabe perfectamente que mediante el uso de la fotografía conseguirá impactar más a la masa, pues dota al cartel de mayor realismo y verdad.
Estos otros carteles también tratan el tema de la necesaria solidaridad en tiempos de guerra. Un viejecita con un bebé al brazo, dos seres tremendamente débiles, pueden ser bombardeados en cualquier instante. El dedo índice apela al espectador, “¿consentirás tú esto?”, pidiendo ayuda para evacuar de las urbes más peligrosas a estos ciudadanos indefensos.
El cartel del Socorro Rojo, pide también solidaridad con aquellos que han recibido las consecuencias manos blancas, protegen a unas viudas desamparadas por la pérdida del sustentador de la familia. Era necesario recolectar dinero o alimento para estas mujeres y sus hijos, que sin el cabeza de familia, muerto en el frente, iban a tener serios problemas y dificultades para salir adelante.
(Extracto de mi trabajo "El cartel político: Un grito pegado en la pared" para la asignatura de Lingüística 2005/06, Filología Hispánica, Universitat de València)
El interventor llegó a la ciudad en tren una noche de noviembre. En aquel momento no era todavía el interventor ni había adquirido los derechos o la propiedad del nombre. Se trataba sólo de un viajero anónimo al que las circunstancias del azar irían privando poco a poco de la condición de viajero y forastero hasta terminar convirtiéndolo en el interventor, el dueño exclusivo de la denominación.
PARADOJA DEL INTERVENTOR, Gonzalo Hidalgo Bayal
La señora Dallowey dijo que las flores las compraría ella.
Porque Lucy tenía ya trabajo suficiente. Había que desmontar las puertas, venían los operarios de Rumpelmeyer y, además, pensó Clarissa Dallowey, la mañana tenía la misma transparencia que si estuviera destinada a unos niños en la playa.
LA SEÑORA DALLOWEY, Virginia Woolf
Para Sherlock Holmes ella es siempre “la mujer”. Rara vez le oí mencionarla de otro modo. A sus ojos ella eclipsa y domina la todo su sexo. Y no es que sintiera por Irene Adler nada parecido al amor. Todas las emociones, y en especial ésa, resultaban abominables para su inteligencia fría y precisa pero admirablemente equilibrada.
LAS AVENTURAS DE SHERLOCK HOLMES, Arthur Conan Doyle
(Imágenes: fotografía de Martín Chambi, obra de Gerardo Rueda, óleo de Matisse, pintura de Magritte)